Me encantan las escaleras automáticas que te acercan o te bajan de las alturas, y a mi me suena a trampa, de aquellas piadosas, y que luego intentas compensar alargando los horarios. Pensando en esto, reparo en lo sutil del pequeño despropósito, con poca malicia, aquello que los católicos llaman”pecado venial”, aquel desliz sin maldad, aquella mentirijilla, casi piadosa, que no cuenta en el debe del mal hacer. No, no es malo, dicen, tiene sus cosas, y hay que admitirlo como es…
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