Hoy noté tu mano tibia desvelando silencios,
y vi lo suave que puede ser la ternura,
y en un falso descuido te solté...
y tú, sin irte, como si pasaras por allí,
como una casualidad en concierto,
te volviste a coger con más firmeza, con más fuerza,
como si el amarre fuera hecho...
para campear los más enfurecidos temporales.
Tu mano, tibieza, ternura.
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