Me gustaría tener la simpatía de los ánades,
el volar pausado del cóndor, me gustaría correr,
saltar como locuelo, igual que las ardillas,
tener la sonrisa fina de un enamorado correspondido,
la gracia de las mariposas que han libado muchas flores,
la paz del mecenas que, en silencio, invierte en bondad.
Me gustaría tener la fortaleza y el temple de la razón,
verme acomodado en tus ojos y no salir,
me gustaría ser como tú, o algo así,
y complacerte siempre…
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