No te alejes del tejado familiar, paloma blanca,
que vengo raudo en ronroneos de júbilo
y nos hacemos un disimulo de recato,
con persecución y derribo incluido,
y nos quedamos con la admiración del palomar.
Y si te escondes, ya sabes...
que sea en la morera amiga
que de tantos vientos nos salvó,
y que tan bien nos cobija.
No te alejes, que ya vengo con paja en pico,
de muy buenas y formales intenciones…
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