A veces fui el más listo de la clase, era el niño de casa humilde, el que sabe, el que estudia, el que juega al ajedrez, y al que escuchan incluso los chicos de más edad y los mayores. Me sentía un poco especial, como el ídolo que poco a poco iban construyendo entre todos, pero siendo ya consciente del peligro que supone la facilidad e incluso el placer con el que se derriban los ídolos. Afortunadamente, mis padres siempre me hicieron tener los pies en el suelo, y estos nunca fueron de barro. He sido y soy humilde, natural, social, muy normal y hacedor de buena piña, creo…
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