No te canto una canción preconcebida,
mejor rapeo en metralleta,
y te hago un rociado estereofónico...
de voces del alma.
No me veo en las posturas clásicas,
ni con la voz entrecortada,
rosa en mano, rodilla en suelo…
Más bien me veo fijando tu mirada,
en directo riguroso, en encendido vivo,
y con voz pasada por los aromas
mentolados, diciendo:
Quieres ser mi compañera en viaje
por los inciertos de la vida...
No te prometo el cielo,
solo hacer de la convivencia un vuelo a dos
por las vicisitudes de la vida,
de la mano... siempre.
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