Buen viento en barca nueva,
y que te salgas de lo infranqueable,
del mundo inaccesible
de la más pura adolescencia.
Madura, sin madurar...
más allá del fino resbalón de la imprudencia,
y vive tu vida que, como ves, no había acabado.
Cuántas veces el genio así duerme...
en el fondo del alma, decía Bécquer,
cuántas veces saltamos los charcos,
infectos de virus malignos,
y encontramos acera, seca y limpia,
donde poder andar del brazo...
de la dignidad perdida.
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