Patio vacío de niños y pelotas,
solo pisadas y restos de frenazos,
quizá el eco del grito de un gol,
que persiste en la ilusión
de algún abuelo que lo vio...
a través de las rejas del patio.
Cualquiera les hablaría
de los campos de soledad
y de los mustios collados,
como decía el poeta,
pero el campo de fútbol de un colegio
es el campo de la vida,
donde los niños respiran libertad,
y la libertad circula en niño,
cual blanca azucena en brisa atrevida.
Patio, de tu silencio, me llega el griterío...
de la inocencia, de la fe, del futuro mejor.
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