Tu luz no tiene umbral,
atraviesa todas las incandescencias,
acude y se posa en mi alma,
y de repente se abre el día...
y llueven azules de sol.
Las rosas agudizan sus pétalos
y las plumas de las calandrias
se erizan al son de los aromas.
El jardín en sí vuelve en sí,
las hojas aplauden tu paso
al compás de una brisa celeste.
Se proclama la calma en la nieve,
preámbulo de la esencia blanca.
Tu luz no tiene umbral, evidentemente.
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