dijous, 19 de novembre del 2015

Queria a mis alumnos

Siempre me gustaron los niños, sino no hubiese podido pasar con ellos más de cuarenta años de mi vida. Me gusta el niño que hace de niño, y está en la edad plástica y moldeable de su vida, para ser educado con sentido común. No me hacen mucha gracia los niños amaestrados, con los gestos impuestos, los vestidos inadecuados, las atenciones desmesuradas, los acostumbrados a ser reyes de la casa, los que hablan como sus abuelos, los que les ríen todas las gracias insoportables, etc, etc… Siempre me pregunté cómo actuar, para no dañar la mente del alumno. Ideología, religión, conocimientos... cómo dárselos para no dejarlo muy inservible para el resto de su vida libre. Quería a mis alumnos y procuré no tararlos marcando a fuego imposiciones intolerables del poder…

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