Es martes, judías y huevos duros, lo bordo, mi sapiencia en cocciones y tiempos, me hace triunfar, y después un láctico desgraciado y a correr. Bien, a correr no, Teresa sí que sale a las dos y a las tres ya tiene que estar lista para encender ordenadores y pizarras digitales, pero yo he hecho un descubrimiento... Además de una minisiesta de sofá, me encanta dar un paseo a las cuatro de la tarde. Parece que el mundo se para un poco, todos están en su sitio, y uno ocupa los espacios menos transcurridos, con un mar para mi solo, y un sol que me lo enseña con toda claridad. Paseo feliz mi soledad acompañada…
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