La playa ya suena a un lleno de vacíos,
desolación, arena volátil, olas revueltas.
Ya empieza a gustarme, aunque aún huele...
a “guiri” y a cremas solares malolientes.
Hoy las olas se suben por unas supuestas paredes,
hoy unos surfistas se suben...
sus paredes mentales que les ciegan,
hay bandera roja, es su oportunidad más inoportuna.
Es una noche clara, sin luna ni nubes,
sólo estrellas y guiños,
me sentaré en el mini acantilado,
y escucharé el vaivén de las cadencias,
y pediré disculpas a la playa por el mal trato,
y le restaré veranos de castigo,
y le regalaré un excelente manojo de otoños…
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