Como el conejo que sale feliz de su chistera,
o el que se libera del armario empotrado en la inconsciencia…
Como el que bajó a la carrera de un rayo de Neptuno,
o el que muerde la cola de la sirena y se queda sin cuento…
Como el que llega a la cumbre y se queda vacío del todo,
y, en la nada, repara en la estupidez de la bajada…
Como el mono sabio al final de todas las carreras,
escondiendo sus notas brillantes, a la insuficiencia práctica…
Como la espía que surgió de los inviernos polares,
y derrite inhumana las conciencias en acecho…
Como el brazo derecho de las leyes infundadas,
instalado a la derecha de la derecha y de los derechos…
Como una lágrima de luz de San Lorenzo,
que volvió a su origen por disconformidad con este suelo…
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