diumenge, 1 de març del 2015

Pasión

Dicen que es un sentimiento tan fuerte que no se puede controlar o analizar de forma racional. También cuentan de la fuerza o intensidad de un sentimiento, de una afición… La verdad es que no entendería la vida sin pasión, una vida desde el frío, sin gas, sin voltios, sin vibrar, sin ningún incendio interior, más o menos controlado. Son tantas las cosas que me apasionan que fácilmente me transportan y me presencian para extasiarme, allá por lo frondoso, donde los ávidos de naturaleza abrimos la boca al oxígeno. Y me entusiasmo captando las posibilidades de un alumno y, entre temblores de rodillas, contándolo a sus padres… Y en mi fútbol Barça, que mamé desde casa y al que le veo todas las gracias de belleza y sentimiento, que me lleva a descontener la emoción y proclamar la euforia.

Parece que no estaría muy de acuerdo en desvincular la pasión del amor, ni tampoco en aquello del “te amo porque no me gustas”, y hay que ponerle toda la afición al evento. No, no estaría por aquí, más bien en la proclamación de los ciertos de un amor sincero, y entonces… nada de ponerle palos de prudencia a la pasión. No puedo evitarlo, la pasión siempre me lleva al amor, o viceversa, y ya se sabe que éste es una sinrazón y, a la vez, la mejor razón. Uno no puede apasionarse, como mandan los cánones de lo sublime, si antes no ama.. y esto sirve para todas las facetas de la convivencia humana, en la vida diaria, por la naturaleza, incluso la urbana.

Me encanta ver a la gente feliz y enamorada, apasionada en la vivencia y contemplación de las pequeñas grandes cosas de la vida. La turbación ante unos ojos verdes que te aguantan la mirada, la violeta que se da en callados sumisos de belleza, el acantilado que te propicia el vuelo, o el arrecife, muestra de belleza acuática escondida… Amigos, deseémonos una vida apasionada de proximidad y, si no es posible, levantemos el vuelo para huir de los fríos e instalarnos en el calor de los abrazos sinceros…

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