Postrado, perdido, hundido, exhausto...
allá por lo recóndito, entre oscuros,
por donde el olvido guarda sus desperdicios.
Ofuscado, como una decadencia...
en un cuerpo sin alma, sin vida.
Solo, un solo acompañado de tristezas,
en una selva sin caminos, sin destino,
mundo oscuro, cementerio de ilusiones...
Negado a toda evidencia de consuelo,
ya no me arrastré en busca de nada,
y me vino la muerte, en abrazo,
como una azucena blanquísima...
Y me fui con ella, feliz,
y me llevó contigo para seguir siéndolo.
Feliz, felices, los dos... en otra vida.
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