Tu sonrisa inaugura la mañana,
y se hace la luz y aparece el arte.
Tus buenos días cálidos,
son como un susurro envenenado de placer,
donde se cobijan los dioses del amor.
Tu presencia irrumpiendo y penetrando,
llenándolo todo y más,
es como lluvia de pétalos del alma.
Tú eres, como en gramática,
el complemento sin circunstancia,
que enriquece modo y tiempo, lugar y manera,
porque eres también adjetivo interminable...
que me acompaña hacia la mansión felicidad…
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