Un bar de puerto, lleno, con voces,
un grupo de jubilados fuma fuera,
son andaluces con su gracia habitual…
Me retengo, casi me paro, descaradamente,
y observo… divertido, aprendiendo…
Allí está el bocazas que habla de oídas,
el que realmente sabe y es sabio,
el que oficialmente tiene que saber…
porque fue capataz de oliveros,
y el que entiende de torcaces y escopetas.
Hay dos o tres frentes, y los demás…
hacen de claca, dependiendo de los vinos
que les paguen los que hablan…
Diría que, si fueran más jóvenes,
acabarían con palmas o algún cante espontáneo.
Todo mi cariño a los jubilados…
y especial cariño a los andaluces.
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