Baja tu vuelo tras las nubes,
y entra en la razón de lo accesible.
Descorázate de protecciones superfluas,
aterriza, ocupa el llano.
Sal de la sal de tu conserva
y muestra la tuya al sol del día.
Te cuento... el sendero conduce a la plaza,
y allí está el mundo y sus riquezas,
a veces lamentables, otras mejoradas,
pero siempre ávido de luz y amor...
Acude, no te importe el tumulto,
el tropel se acalla con la belleza,
y, si tú vienes rauda y convencida,
aún podrás oler la flor del azahar...
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