Dicen, cuentan, los expertos en vida,
que las rosas acaban oliendo a jazmín,
que los ojos pasan de sol a luna,
y las penumbras muestran su espontáneo,
caprichoso, inoportuno, innecesario…
Los que dicen saber, me hablan…
de las noches sin amanecer de rocíos,
de las tardes totalmente interminables,
del ocaso de los progresos en suspiro…
Me susurran impertinencias legales,
declives razonables, montañas nevadas…
Pero yo me rebusco entre los párpados reserva,
entre los aromas de la rosa primera…
Yo me anclé en la primavera,
tú no hueles a jazmín… ni olerás.
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