No me gusta que acaben los veranos,
porque otra vez te pones en las series
y te victimizan los horarios crueles…
Desaparece hasta la rubia que llegó del frío
y se instaló en las retinas de agosto.
No, no me gustan los finales de nada,
bueno… de casi nada,
sólo del dolor y la injusticia…
Creo que ya comenté, alguna vez,
de mi felicidad instalada en la ilusión,
y en la esperanza de los buenos propósitos.
El éxito, que alguno he tenido en la vida,
me deja aquel sabor ambiguo…
sobretodo si hay vencedores y vencidos,
o aquella sensación de que algo finalizó…
Pero, incluso así, los… las hay
que nunca dejaron de acompañarme, un placer.
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