Un rastro de cielo desplazó sus azules
por la inhóspita y árida intemperie...
y entonces descubrí las escaleras,
cuya cúspide llega a tus ojos en caída libre...
Era como una línea quebrada
cerrando espacios de consuelo,
pero aguanté tu decadencia
y remontamos sin vuelo,
peldaño a peldaño, sufriendo,
los misterios que los azahares malignos
nos ponen en los caminos...
que, ya de por si, van cuesta arriba.
Abrazo a los azules de intemperie,
ellos me visionaron el camino de tus ojos,
en caída libre, para después, subir la bajada.
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