No se educa bien lo que no conoces, me dijo una vez un profe sabio… Y me di algún vuelo de nariz por algún entorno de mi alumnado hasta que, una vez, alguien me dijo que ellos no se metían en mi casa… Y recapacité, y aprendí, poco a poco, de aquella mi juventud que quería comerse el mundo. Pero ahora, ya jubilado y con tiempo libre, es decir, de patio vaya, pienso en las situaciones diferentes que viven en sus casas nuestros alumnos…
Hay padres, como ya conté alguna vez, que trabajan de sol a sol para que a sus hijos no les falte de nada… entonces, éstos tienen de todo menos padres. Los hay que ni se enteran que tienen hijos, no saben el curso que hacen, ni qué materia les gusta más, o quién o quiénes son sus amigos. Parece imposible, pero es muy cierto. También los hay con el defecto contrario… que viven obsesionados en hacerles la vida imposible a los hijos, hasta tal extremo que acaban siendo el principal problema para los educandos.
Por último, y ya en pleno recuerdo, rociado de agradable nostalgia, pienso en la corrección y humildad con la que venían algunos padres, buscando vías de colaboración y positiva complicidad para intentar encauzar los posibles problemas. En estos casos, me deshacía en esfuerzo y si no hacía más era porque no daba para más. También, a algún rico barato lo pasé de largo… no estoy satisfecho, pero así fue y así lo cuento, aunque esto no afectara mi actitud con su hijo…
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