En La Pineda se palpa el bullicio,
se huele un preñado de primavera,
aunque las moreras aún no tienen hojas
ni hay presencia de crisálidas prometedoras.
Los bares tienen algún calefactor,
de aquellos de bajo consumo…
Algún fumador, en el exterior, expulsado,
bajo lo que será un paraguas de moreras.
Al otro lado de la calle, el mar,
con las arenas limpias y oliendo a sales,
ávida de soles y suspiros amorosos…
El paseo, discreto aún, lo pueblan…
unas palmeras recién peladas
y algún jubilado con hija o secretaria.
Oliendo a primavera… ¡promete!
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada