Tú de pie, yo sentado,
Yo solícito, tú complaciente...
Tú sentada, yo de pie,
y así por turnos y risas...
¿Y por qué no? ¿Por qué?
Tú sentada en mis rodillas,
con mi brazo de seguro,
en tu cintura de lince.
Dicen que no está bien visto,
y hasta resulta triste...
a todo aquel que no resiste
un vuelo de armonía
que feliz persiste y se quiere...
Tú y yo, en un solo paraguas,
Una sola silla, un cielo de azules…
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