He visto un olivo centenario,
por el que surcaron años, rayos...
y tormentas de otoños imprudentes,
y de inviernos gélidos, interminables.
Pero también fue campo feliz
de las ardillas de los pinos cercanos,
que venían de excursión nocturna,
por los árboles viejos de belleza senecta...
Majestuoso, pese a todo, con estrías,
por donde algún pajarillo anida,
y va comiendo hormigas viajeras...
Encanto de madre con brotes nuevos,
que, cual surtidores, proclaman en persistencia
el futuro de la belleza más exquisita…
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