Por definición era un fanfarrón: jactancioso que alardea de lo que no es, persona con mucha apariencia y hojarasca, llena de vagas arrogancias e inoportunas bravatas. Pero es que, además, el tío, en el que el Señor no hizo maravillas precisamente, era un pedante que rayaba lo cómico a través de lo triste y penoso. Pedante: dícese de quien con ridículo engreimiento hace vano e inoportuno alarde de erudición. Todo un pinta, vaya, sin desperdicio…
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