Amiga mía, querida mía, amada mía,
en mis devaneos adolescentes y también de juventud.
Cuantas veces pensé en subirte en mi vuelo alado,
allá por las montañas inalcanzables,
por los valles solitarios de deliciosas sombras y nieblas espesas,
por las islas a descubrir, a través de un río experto en vida.
Niña mía, muchacha de arroz,
cuántas veces pensé en la noche sosegada,
apartada del peligro urbano... y conmigo.
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