Te llevó una brisa suave y el sol se apagó,
y se incendió la noche... de oscuros.
Te fuiste prudente, discreta, tal como habías vivido,
sabiendo que siempre estabas a disposición
del buen hacer y de la razón lógica.
Y dejaste el fruto de tu siembra constante,
que se hizo luz y ejemplo vital.
Tu recuerdo brilla en cada ápice de mi piel,
en cada semblante, campo de tu amor.
Madre, hoy como ayer y en todos los siempre…
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