Parece ser que en el beso cerramos los ojos
y, a oscuras, es quizá cuando se ve más claro.
La luna aprovechó para exaltar su mirada indiscreta…
pero nada, en el silencio y en la oscuridad del beso,
las almas se desentienden de los rayos del sol de proximidad,
de las hojas que mejoran los oxígenos,
y de las luciérnagas en paseo indefinido.
El beso es una culminación vital que lleva implícita
toda una celebración de juegos florales con fuegos interiores,
y, como todo lo bueno, se hace con un silencio a gritos
y una oscuridad muy meridiana, resplandeciente, diría yo…
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