El pasea solo... y las olas se exaltan en su belleza espumosa.
Pensaba que ella se quedaría unos días más,
para ver qué pasaba en aquella progresión irremediable...
pero ella, y en aras de una supuesta seguridad, se mantuvo firme.
Él hizo un último intento, la llevó con su coche al aeropuerto
y le proclamó una invasión de silencios insinuantes
que resbalaron por la otra parte del puente,
allá por donde se rompió la ilusión unilateralmente,
en aras de una supuesta y maldita seguridad.
Solo por la playa, vestido, descalzo…
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