Dame la mano y vámonos al río…
Mis ríos preferidos, el Ebro y el Francolí,
tienen su aquel, que se hace amor, sin condiciones…
Yo los conozco en su tramo final, cerca ya del mar,
que los acoge en brazos de aguas generosas.
Al final de los ríos se escuchan suspiros...
no siempre conseguidos, por eso se acercan al mar madre,
que los pone en sal y alivia todas las derivas y frustraciones evidentes.
Un paseo entre los cantos rodados y las gaviotas, oyendo el mar de fondo.
Toda una bella propuesta, nada mal ¿verdad?
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