Tenía una cartera grande,
de esas de colgar a la espalda,
y una bici y un reloj de comunión,
que alargó su vida...
con correa nueva y pilas cambiadas,
y era chico nuevo, y estudiaba,
y me iba a esperar...
a la niña de las trenzas espesas,
de los ojos vidriosos, de semblantes risueños
y ademanes lanzadores de delicias expectantes.
Y me bajaba de la bici, y le llevaba su cartera,
colgada en el manillar, y charlábamos...
de intrascendencias y del tiempo,
y armonizábamos silencios.
Yo, pasaba por allí, ella me esperaba…
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