Alguna vez medité sobre las ilusiones razonables.
No sé hasta qué punto pueden ser razonables las ilusiones,
pero sí que es muy triste cuando abandonamos alguna,
por considerarla inalcanzable, lejos de tus cercas asequibles.
Tampoco es muy lógico pedir las mil mejores versiones de la luna,
pero sí estar atento a tu corazón que es sano y fuerte, noble y generoso,
y darle siempre soplos propicios de esperanzas…
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