La vi con mi mejor amigo, parecían felices, se sonreían.
Y yo me fui en busca de un bar, y me tomé dos o tres copas,
y esperé impertérrito, impasible, a que el mundo me cayera encima.
El alcohol me llevó a una ausencia de realidad,
y, en mi estado ido, di con mis huesos en aquel banco del bosque,
donde tu sonrisa y tu mano y tu boca eran mías,
según decías, para siempre, un siempre que acabó rápido.
Tu le dijiste lo mismo a mi amigo y yo me fui de copas,
que no mienten y te duermen…
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