Aparqué el coche cerca de la arena,
en una minúscula bahía
con preciosas dunas onduladas,
y con algún brote de zarza marinera.
El sitio parecía un escondite,
en los parámetros de la belleza delicada.
El amor se pierde mejor se encuentra
por estos lares donde el mar vigila,
a ritmos suavemente musicales,
todas las delicias de los desenfrenos.
La besé, casi sin darle tiempo,
a que viera las maravillas del entorno,
luego, aquí paz, y gloria mucha gloria, toda y más.
Es el mar que te envuelve de azules de cielo y sal…
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