Desdichado poeta, genial, aventurero,
con la facha grotesca, de cartón la celada:
sin razón, sin camisa, sin gloria, sin dinero,
bajo el sol de Castilla por la encendida estrada…
Le traicionaron todos: el Cura y el Barbero,
la Sobrina y el Ama. Y en la venta encantada,
dos mozas del partido le armaron caballero:
le calzaron espuelas y ciñeron espada.
Luego que el Posadero le dio el espaldarazo,
salió a probar el temple de su acero y su brazo,
retando a los gigantes a singular pelea.
Tuvo por solo premio la burla y la derrota;
y, en tanto que el buen Panza se abrazaba a su bota,
Don Quijote moría, ¡de amor!, por Dulcinea.
Pedro Luís de Gálvez (1882-1942)
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