Cuando el invierno se humedece sin llover
y se apaga entre nieblas aspirantes a algodón,
o nubes a toque suave de suspiro tibio innegociable.
Aparece su sonrisa melódica, armónica,
precedida de sus ojos con tintes marineros,
que abrazan las tertulias de todos los ávidos
del calor de los afectos más sinceros.
No, no surgiste del frío, más bien fuiste...
un toque mágico para el cambio de estación
más deseado, una exclusiva del destino amigo…
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