La madrugada sonríe contigo y empieza el día...
a ritmo de la suavidad más dulce.
Es como aquellos sábados sin despertador,
con el tiempo a favor, la mano a tocar,
el buenos días apenas audible,
y los futuros besos que pronto sabrá a ti y a café.
La felicidad no viaja este fin de semana,
se ha instalado en estas acogedoras paredes
y en un nido de ruiseñores...
que aplauden desde un árbol cercano.
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