El coche parece ir solo, a su aire.
Los silencios se instalan, las músicas,
después de las noticias, las nuestras.
Algún monosílabo se escapa, afirmativo,
un sí para un sí, camino, cabezada, broma,
el GPS habla: "manténgase a la izquierda y,
en la rotonda, tome la tercera a la derecha…"
Ella se sale de sus silencios y elogia el invento.
Mis silencios no quieren ser menos y hablan, comentamos...
hoy sin el GPS no se puede salir de casa con el coche.
Más silencios por romper, no duelen.
La conversación de nuestros silencios es generosa.
La mirada, el gesto, el ademán de cabeza ladeada,
la mano cerca, el oído, huelgan las palabras…
a veces no sobran y nos doramos unas frases de regalo.
Un día una contradicción por ver qué pasa,
y pasa que me capta y le llega sin el contra.
Es como volar con las mismas alas,
por las coincidencias de los destinos propicios.
Se me olvidó gritar, pedir, mandar.
Ya no remonto los vuelos, ni los vientos,
no subo los ríos con furias perversas.
Mis vuelos planean con brisa de mayo
y, por los ríos, bajo en canoa, sin remos,
a favor de las aguas tranquilas.
Nos miramos el reír de los ojos, y vamos al mismo sitio,
dos en uno, como los buenos remedios…
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