Al final aprendí, mejor contigo, del silencio de los atardeceres negros, las mañanas limpias, los rocíos claros.
Uno se enseñó, mejor contigo, que los actos tienen consecuencias, y los buenos procederes y los rectos te acercan a los puertos sensatos.
Conseguí, mejor, mucho mejor contigo, hacer de los andares sin prisa, con entrelazadas manos hambrientas y la mirada perdida en el otro, un remanso de paz y delicia, amor con el jardín, por testigo, con flores.
Uno se entera, mejor contigo, que los recodos forman parte del camino, y los meandros del río caudaloso, y que tenemos el mar cerca… dos en tus ojos que azulean dulzura.
Comprendes, mejor contigo, los sueños de la carroza blanca, los vuelos de los pájaros que planean, el llanto de la felicidad, suspiros, la grandeza de la sencillez.
La experiencia, mejor contigo, nos hace doctos en vida sana, en reciclajes de los desperdicios, en exaltación de la coherencia, en coordinación de conjuntos, posibles, en sentido práctico del destino.
Uno siempre aprende a amar, mejor contigo…
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