La reina y yo, la Teresa y yo, un rey con ella, pero sin más, sólo por decir algo, lo nuestro va más allá del blasón y la corte… Un restaurante, nosotros dos, un arroz con bogavante, un entrante de élite, y un vino del Montsant (DO)... y una paz, y un placer, y el mundo parado, y nuestro hijo que nos llama desde Vietnam y pone más música a la paz, y un circular de los silencios que hablan, y aquella sensación de querer firmar un contrato indefinido donde se me asegure y confirme la felicidad del entorno y los míos. Fotos de allá para acá, y de acá para allá… y el móvil que no para en todo el día, familia y amigos, también los virtuales, se acuerdan de mi, y me siento querido... es como si, de repente, todos se pusieran de acuerdo, para mandarme audiciones musicales de esas que acarician el alma. Yo también les quiero, como siempre, quizá hoy un poco más, si cabe, que va a ser que sí... porque estoy muy feliz.
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