Y en la cumbre, allá donde pernoctan las borrascas,
para irrumpir en los airados delirios de las mentes idas,
para encontrarse con los suspiros fehacientes del alma…
Allá donde las nubes rellenan sus depósitos de aguas de cordura,
y el viento se abrisa sin prisa para delicia de los aconteceres...
Allá en la afinidad de los designios... te espero,
muy abierto de alma y brazos.
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