Estoy leyendo un libro de Camilo José Cela donde habla que, en Las mil y una noches, está escrito que la rosa de la dicha no florece en el sueño. El hombre jamás estuvo despierto para gozar la dicha, sino para beber la venenosa copa, torcedora de esa dicha que jamás fue. El hombre, fuera del sueño, no muestra una avizor vigilia.
Hay dos clases de hombres: quienes hacen la historia y quienes la padecen. Es lástima que el hombre no repase, de cuando en cuando, las emocionantes páginas de ese libro de Las mil y una noches. Bien mirado, jamás es tarde para empezar a vivir... ¿no les parece, señores?
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