Mi Delta de l’Ebre se viste de amarillos al sol, una belleza que esconde blancos de amor, siega, máquinas y brazos fuertes, fauna y crías de todo tipo, movimiento, la cosecha tiene el don de lo prioritario. Luego el descanso del guerrero, un vermut bajo las moreras, mirando al río, lo cura todo y si te acompañas de unas navajas y unas almejas, pues... solución definitiva, ¡genial!
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