Merece un acoso, sin derribo, claro, una atención,
un programa sin mínimos, un proceder activo,
un conjunto de toques selectivos.
Merece embellecer los péndulos por los que se deslizan
las miradas dardo en apariencia lánguida.
Merece los cantos de una sirena cuerda,
y los trinos de un pajarillo en busca de amor, enamorado,
y el verso dúctil de un trovador experto,
ella es poesía y yo apelaré a mis mejores musas y la amaré…
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