Oye preciosa, si quieres...
nos vamos a un lúcido remanso de paces,
donde no nos bombardeen los ruidos,
y pueda oír con calma tus ciertos del alma.
De la mano y por la sombra,
siguiendo los paraguas de la arboleda,
oleremos la humedad de las hojas secas
y oiremos las conversaciones atrinadas
de familias de pájaros que, de nido a nido,
lanzan fiestas entre plañidos y jolgorios.
Después... la fuente, el banco, nenúfares,
una rana tomando el sol en hoja flotante
y tu poniendo el entorno en verso,
engalanando, aromatizando…
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