No se casan, subsisten, persisten, y al final hay como una especie de selección natural, tantas cabezas, tantos sombreros, conjuntos más bien coordinables, y parece que el destino acercó los respetos y los aprecios, e hizo maravillas con lo que quedaba… Después de un tiempo los ves, y te cuentan: ¡ah! pues mira, a mi me tocó a la María, y al Jose la Marta… Nos tocó, fue una selección natural, por eliminación o por afinidad calibrada…
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