Paseo despacio por el puerto de Tarragona. El Serrallo está tranquilo, acogiendo aun algún resto del verano, pese al bochorno que te riega a las primeras de cambio. Los yates de los jeques y de los ricos, han desaparecido... parece ser que frecuentan las zonas de moda, y hacen mundo a parte con sus riquezas al sol. Sigo mi camino... algún pescador de caña, algún paseante al que activan el médico y la familia. Al principio de los tinglados, hay un pequeño parque infantil, donde reinan los abuelos, columpiando y babeando con los nietos. Pronto empieza la escuela, y poco a poco todo se irá normalizando, incluso una lluvia pausada y una bajada de temperaturas seria bien visto…
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