La mochila no era azul, era de un amarillo oro, como sus trenzas, y sus ojos siempre extremadamente abiertos, se expresaban en verdes de ilusión primaveral. Estrenaba uniforme, y sus zapatos blancos daban al conjunto un aplomo y una gracia creciente. Vida que empieza y se prepara y se proclama para entrar en el jardín de los saberes y de los buenos ejemplos... se llama colegio, escuela de la vida.
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