Y si llegas, que no sea por la noche...
en carro de fuego proclamando la crueldad de los infiernos,
mejor que sea como un posado delicado de una nube...
de discretos blancos, que busca, sin mucho desespero,
el florido encanto de un amanecer de primavera.
En los ojos del famoso madrigal de Cetina,
lo importante es que por lo menos te miren,
pues en ti, lo que cuenta es que llegues,
y no importa mucho si la noche es roja de fuegos dudosos,
o el amanecer patina por rocíos congelados.
Tú y la luz del día, dos luces de impacto, un sol, inmensidad…
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